Más de 1 millón de personas participaron de la 33° Marcha del Orgullo LGBTIQ+

Más de 1 millón de personas participaron de la 33° Marcha del Orgullo LGBTIQ+

Los organizadores calculan que este año asistieron una cantidad similar a la marcha del orgullo de 2023: más de un millón de personas. Además de las carrozas, desfiles, stands y shows musicales habituales, también se hizo un «pañuelazo contra el negacionismo» en el que participaron organismos de derechos humanos. 

Por Celeste del Bianco para Página/12

Luchar, bailar, brillar. De eso se trató la Marcha del Orgullo que se realizó ayer en la Ciudad de Buenos Aires, la primera que tiene como contexto un gobierno de ultraderecha que abiertamente desprecia a lesbianas, gays, bisexuales, travestis y trans, intersexuales y queer. No solo en lo discursivo, también en los hechos con la eliminación o desfinanciamiento de varios organismos. “No hay libertad sin derechos ni políticas públicas”, fue el lema de la trigésimo tercera edición de la marcha que fue multitudinaria y que unió Plaza de Mayo con el Congreso y que desbordó de gente las calles laterales.

Más de 1 millón de personas participaron de la 33° Marcha del Orgullo LGBTIQ+

“No hay libertad con ajuste y represión”, afirmaron en un documento 60 agrupaciones y denunciaron el ajuste en diversos programas y la profundización de los discursos de odio por parte del Gobierno de Javier Milei. Fue un encuentro en el que también estuvieron las Abuelas, Madres e H.I.J.O.S en un pañuelazo contra el negacionismo. Los organizadores calculan que este año asistieron una cantidad similar a la marcha del orgullo de 2023: más de un millón de personas.

“¿Nos quieren hablar de libertad quienes niegan la dictadura? Somos parte de un pueblo que tiene memoria, de una comunidad que lucha, baila y brilla. Que defiende verdad y justicia”, leyeron durante el acto. La marcha fue todo eso: alegría y resistencia, festejo y reparación, cuerpos que bailaron, que se mostraron, que se disfrazaron, que se abrazaron, que se besaron, que transpiraron. Y que en ese mismo acto de disfrute también plantaron una posición política, la defensa de los derechos adquiridos ante un gobierno que pretende desdibujarlos con la eliminación del Ministerio de las Mujeres, el desguace del INADI y el retroceso en la implementación del Cupo Laboral Travesti- Trans con los despidos en el Estado, entre otros ataques. Fueron miles en las calles, no sólo en Avenida de Mayo, también en las paralelas, en las diagonales, en la 9 de Julio. Miles celebrando y combatiendo.

La frase que se leyó en el documento también se repitió en los carteles: “No hay libertad con ajuste y represión”. “No hay verdadera libertad si recortan nuestros derechos y desmantelan las políticas públicas para la diversidad (…) es un retroceso enorme en el acceso a nuestros derechos. No aceptamos que en nombre de la libertad, desde el poder nos ajusten, nos despidan, nos ofendan, nos ataquen y, si nos movilizamos, encima nos repriman”, afirmaron. Y le pidieron al Congreso que debata y apruebe la Ley Integral Trans y la Ley Antidiscriminatoria, además de una aplicación efectiva de la Educación Sexual Integral no binaria, con presupuesto, en todas las escuelas y niveles educativos.

También denunciaron los discursos de odio promovidos por el gobierno de La Libertad Avanza y pidieron justicia por el triple lesbicidio de Barracas en el que fueron asesinadas Pamela Cobbas, Mercedes Roxana Figueroa y Andrea Amarante luego de que un vecino del hotel en el que vivían, Justo Fernando Barrientos, las prendiera fuego. Solo una pudo salvarse, Sofía Castro Riglos. “La violencia de las palabras antecede a la violencia de los hechos. El asesino las quemó, como quemaban a las brujas en la Edad Media. Los discursos de odio del gobierno y de algunos medios también matan. ¡No es libertad, es odio!”, denunciaron.

En el listado de agresiones a la comunidad hay expresiones como las del Presidente que habla “ideología de género”, la de la vicepresidenta Victoria Villarruel que se pronunció en contra del matrimonio igualitario, la del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, que rechazó “la diversidad e identidades sexuales que no se alinean con la biología” o la de la excanciller Diana Mondino que puso como ejemplo a “las personas que eligen no bañarse y tienen piojos” para exponer su postura sobre el matrimonio igualitario.

La palabra “libertad” está en disputa y ayer, en las calles, se resignificó. “Mientras me pintaba recordé mi historia, recordé aquel que no podía ser y en este momento me siento libre de esas presiones”, contó Moma, un modelo de 24 años de dos metros de altura, con todo el cuerpo pintado de plateado y fucsia. Un David esculpido por Miguel Ángel con purpurina y glitter. “Fue duro atravesar diferentes discriminaciones de mi familia, del colegio, de los lugares de pertenencia. Ahora me muestro sin vergüenza, militar quien es uno ya es un acto de resistencia, de rebeldía, es un acto político”, contó.

A unas cuadras, estaba Jennifer Gabriela Aranda, travesti de 61 años, una sobreviviente. “Hoy la palabra ‘libertad’ está mal usada. Es dedicarte a la vida que querés. Que te metan presa o que te golpeen no es libertad. Para mí, llegar a esta edad es un logro, pasé por la dictadura, calabozo, maltratos y golpes. Para nosotras, después de tantas conquistas, tener un gobierno negacionista es un retraso, por eso nos manifestamos para que vean que no van a poder con nosotras”, dijo Jennifer, que además de activista es ex combatiente de Malvinas. Durante el acto se leyeron discursos de distintas identidades de género, las mujeres trans denunciaron las estigmatización, criminalización y la cosificación que sufren desde las “voces oficiales” y “los medios de comunicación hegemónico”. Mientras que las masculinidades trans alertaron sobre el faltante de hormonas y la falta de atención médica de calidad.

Fue una fiesta a cielo abierto, con el centro porteño como gran salón. Carrozas que musicalizaron con Lali, Los Palmera, Katy Perry, Thalia, Madonna, Gloria Trevi, Miranda, Freddie Mercury o Miss Bolivia y abajo una marea de gente, bailando bajo la hilera de plátanos que bordean la Avenida de Mayo. Banderas multicolor en todos los tamaños y arcoiris replicados en vinchas, remeras, zapatillas y hasta en collares de perro. Al costado de una de esas carrozas estaba Lefer, de 34 años, vestido de hada, esbelto, elegante, con botas plateadas altísimas y peluca rosa (que le llevó días confeccionar). Repartía preservativos y afiches de la organización Impulse, que trabaja en la prevención del HIV. “Me está costando hacerme los análisis porque no hay reactivos para carga viral de los que entrega el Estado, hay que conseguirlo por privados y estoy buscando precios. Tenemos miedo de que no haya medicación el año que viene, sin la medicación nos morimos”, contó. Uno de los reclamos de este año fue el faltante de tratamientos para VIH (reactivos y preservativos) y la decisión del Gobierno de recortar más del 75% del Presupuesto 2025 para ese sector. Le exigieron al Congreso mayores partidas para todas las compras y campañas de sensibilización y prevención.

Pasadas las tres de la tarde, antes de la marcha, se hizo un “Pañuelazo contra el negacionismo”, en el que estuvo Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora junto a otros organismos de derechos humanos como Abuelas de Plaza de Mayo y la Agrupación H.I.J.O.S Capital en una actividad que convocó la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo – Línea Histórica (OLH). Sentada en una silla de ruedas con una bandera del orgullo sobre la falda, Taty habló y fue ovacionada: “Es tan importante que sigamos haciendo está marcha cada año. Hay que demostrarle a Milei y compañía que no nos han vencido. Que estamos todes unidos”, dijo. Además, mencionó la necesidad de sostener la unidad, en todos lados y en las calles, porque es la única forma de “que todos los derechos que conseguimos no se destruyan”. Entre aplausos y pañuelos blancos, Almeida dijo que “la lucha no termina». ·La lucha continúa. ¡No bajen los brazos! Recuerden lo que Madres y Abuelas decimos hace décadas. La única lucha que se pierde es la que se abandona”, arengó.

Muy cerca de ese lugar, las nuevas generaciones. Betania, de 15 años, ofrecía maquillaje con glitter a voluntad. “Hace mucho quería venir, apoyamos la diversidad”, dijo la nena que vive en La Boca y llegó con su hermana Nazaret, de 8, su papá y su mamá, Milagros, que estaba vestida de diabla. “Queremos que ellas puedan elegir, para que vean que son libres, eso es lo importante. Libertad es poder elegir lo que uno quiere”, contó la mujer.

“En el origen de nuestra lucha está el deseo de todas las libertades”, repetía el activista por los derechos de la comunidad homosexual, Carlos Jauregui. En medio de un Gobierno que solo pregona la libertad de mercado, el orgullo también es libertad.

Por Celeste del Bianco para Página/12

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